FERNANDO LUGO. LA NULA CREDIBILIDAD DEL CURA CON HIJOS
Luis Agüero Wagner
"Honestidad y credibilidad son la misma cosa" (Antonio Barrena).
Cuenta la historia que en el Concilio de Nicea, año 325, se decretó que una vez ordenados, los sacerdotes no podían casarse. La regla, obviamente, tuvo muchas excepciones, al punto que en el año 1045 el mismo Papa Bonifacio IX se dispensó a sí mismo del celibato y renunció al papado para contraer matrimonio.
Se habla de muchos argumentos para que la Iglesia Latina llegase a optar de manera definitiva por sacerdotes no casados. Destaca una relajación en los hábitos sexuales de los sacerdotes que intentaron regularse en los concilios de Maguncia y Augsburgo, así como se asegura que durante el Concilio de Constanza (1414-1418), 700 mujeres públicas asistieron para atender sexualmente a los obispos participantes, entre los cuales evidentemente había muchos de costumbres análogas a las del clérigo-presidente Fernando Lugo.
El celibato sacerdotal obligatorio ha tenido múltiples críticas, así como numerosos defensores. Sus más drásticos críticos lo ven como causante de abusos sexuales por parte de sacerdotes que no están preparados para asumir tan difícil obligación, mientras para sus defensores se trata de una mirada desde el psicoanálisis de Freud que reduce todo al plano de los instintos sin tener en cuenta la opción espiritual.
De ello dice el teólogo Joan Baptista Torelló:
El celibato facilita la unidad de vida, que es la base de la santidad cristiana, desmitifica la absolutización de la teoría de la complementariedad de los sexos, abre el corazón a todas las personas sin excepción, exige y concreta la ascética diaria, sin la cual la unión con Dios en la tierra es imposible, y hace del sacerdote un testigo y un indicador cabal de la vida eterna, en la que "nadie se casa ni es dado en matrimonio"
Con el correr de los siglos, sin embargo, el celibato pasó a ser elemento inherente de la ética del sacerdote católico, al punto que bastaba conocer de un infractor para perderle inmediatamente el respeto.
Dicen que el no comulgar con las propias ideas en perder la propia credibilidad, y tal parece ser el fenómeno que se manifiesta con el cura con hijos y presidente de Paraguay, Fernando Lugo.
Víctima de un autismo político sin ejemplar, el cura con hijos sigue intentando representar su rol en el circo de los manipuladores obscenos de la simbología religiosa en la política, fingiendo no saber el grave daño que ha causado a la investidura presidencial del Paraguay con su escandalosa inconducta y sus bochornos.
Bastan unas pocas notas al respecto aparecidas en la prensa internacional para dimensionarlo.
MENOS CREÍBLES QUE LUGO
Hace unos meses el equipo de fútbol argentino River Plate disputó un partido de fútbol en Asunción, que le costó su eliminación de la Copa Libertadores de América, uno de los eventos deportivos màs importantes del subcontinente. Los aficionados al club argentino no se creyeron la actitud de los deportistas de su equipo, quienes con la cabeza gacha aparentaban congoja por el revés, y no encontraron mejor encabezado para una nota al respecto que el titular “Menos creíbles que Lugo”, en alusión a nuestro héroe el cura con hijos.
La ironía futbolera es elocuente, y mayores explicaciones del alcance del paralelismo estarían demàs.
UNA IMAGEN OBSCENA
“ A mi edad y con todo lo que he visto y oído en mi vida, pensaba que ya no iba a escandalizarme por nada. Pero como dice James Bond: “Nunca digas nunca”. He encontrado en Internet una imagen que me ha escandalizado por obscena. Se trata de una fotografía en la que aparece un hombre en traje de baño, semisumergido en un jacuzzi. Por el lado izquierdo, aparece la mano de una mujer que le ofrece una fuente con empanaditas y croquetas. El hombre estira una mano para servirse”.
El párrafo pertenece a un artículo publicado por el escritor Jesús Ruiz Nestosa, paraguayo residente en España, en alusión a una indecorosa fotografía de Fernando Lugo desnudo en su jacuzzi, publicada meses atrás en la prensa internacional. Las palabras del escritor son categóricas con respecto a este papelón:“Cuando fue investido presidente de la República, se presentó vistiendo sandalias, pantalón negro y una camisa blanca de cuello abierto, sin corbata, fuera del pantalón, como muestra de la humildad y pobreza con que gobernaría. Olvidaba que en ese momento simbólico estaba recibiendo los signos de la dignidad más alta a la que puede aspirar todo ciudadano de la República. Nos estaba faltando el respeto a todos y estaba faltando el respeto a nuestras instituciones democráticas”.
LOS TESTÍCULOS DE FERNANDO LUGO
A Fernando Lugo no pareció importarle en su momento la suerte de esas dos mujeres y de sus hijos. No sólo no reconoció su paternidad, sino que la ocultó y ni siquiera les pasaba dinero o ayuda a las madres.
Al ahora presidente de Paraguay no pareció importarle demasiado que esas dos mujeres, casi niñas, criaran solas a sus hijos, ni le importó tampoco que esos niños crecieran en la miseria.
Mientras, él seguía hablando de igualdad y de justicia.
El lapidario párrafo describe con crudeza la duda que asalta a la gran mayoría de quienes siguieron al “fenómeno político” Fernando Lugo.
¿Podría hacerse responsable de los destinos de un pueblo quien ni siquiera pudo hacerse responsable de sus hijos?
¿Podría profesar algún respecto hacia las instituciones quien no respetó a la más antigua, extendida y sacralizada por sus integrantes, como la iglesia católica?
LA DUDA METÓDICA
Desafiar a los mandones de turno y a las versiones oficiales en un país teñido por las sombras del oscurantismo y la superstición, nunca fue tarea fácil en ningún tiempo.
Quienes siempre dudamos de la honorabilidad de un cura manipulador, que utilizaba la simbología religiosa para trascender políticamente, en ancas del pensamiento mágico, el machismo y la tradición autoritaria de un pueblo iletrado, hoy más que nunca estamos satisfechos de haber expresado nuestras reservas con respecto a este personaje, definitivamente desenmascarado como un gran embaucador ensotanado.
Eso mal que les pese a los teóricos de la abyección mediatizada, y a la retórica amoral de los justificadores, y promotores del discurso que promueve la aceptación social del estupro, la violación y la pederastia en una sociedad que se pretende moderna.
Como lo expresó alguien en la web: Hay más fe en una honrada duda, creedme, que en la mitad de las creencias.
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