La guerrilla marxista del EPP hoy supera holgadamente a sus “maestros” de la banda delictiva de los años 70, recordada como la OPM, cuyo único golpe exitoso fue el robo del mimeógrafo de su propio colegio.
Dice un refrán que Jactancia es mala del sanbenito hacer gala, y a nadie mejor aplicable que a los seguidores del cura Fernando Lugo, que durante su promoción proselitista se jactaban de su pasado marxisto guerrillero.
Quien quiera recordar puede confirmar que durante la falaz campaña proselitista del cura Fernando Lugo, la estafa política del siglo en Paraguay, se difundió la especie de que el secretario privado del cura, Miguel López Perito, había sido algo así como un Che Guevara paraguayo, al que la prensa incluso rotuló como “ex guerrillero” por haber militado en los años 70 en la banda delictiva que se conoció como OPM. Aquella organización criminal, simulacro de conglomerado radical abortado en pocas horas por la policía de Stroessner estando aún en fase embrionaria, y cuyo único “operativo exitoso” fue el robo del mimeógrafo del Colegio Cristo Rey(es decir, de su propio colegio), habiendo fracasado inclusive un cantinflesco intento de los mencionados “guerrilleros” de asaltar entre varios miembros de su caterva a un solitario cura en el predio del Seminario Metropolitano.
Un pasado comprometido con la violencia
Aunque hoy su enfrentamiento al EPP los haya obligado a cambiar de discurso, la mayoría de los integrantes del gobierno del cura Fernando Lugo poseen un pasado comprometido con la violencia, como lo han hecho notar varios referentes políticos paraguayos en los últimos días.
Su mismo vice-presidente, importantes ex comandantes de la milicia, senadores e incluso un ex presidente han aparecido en la prensa denunciando a Lugo como un personaje siniestro, vinculado a terroristas de lo peor. La mayoría de los personajes de su gobierno tienen antecedentes que dan la razón a estas versiones.
Un ejemplo es el actual ministro de Justicia de Lugo, Humberto Blasco, apenas llegó al gobierno incluyó en la lista de indultados por fin de año a sus ex compañeros de la juventud liberal que se encontraban purgando una larga condena por haber secuestrado y asesinado al médico Wenceslao Meza, a principios de la década de 1990. Gustavo Codas, director de facto de Itaipú, intentó asaltar a su propia familia para munir de recursos al grupo criminal que integraba en la década de 1970. El ingluyente senador Alfredo Jaeggli incluso en el Parlamento Nacional lo denunció por haber planeado el asalto y secuestro de su propia madre.
Varios otros personajes del gobierno como Miguel López Perito, Raúl Monte Domecq o Dionisio Borda cuentan con antecedentes similares que fueron prontuariados en tiempos de su asociación criminal en la temible banda criminal conocida como “OPM”, que asoló al pais en la década de 1970.
Miguel Angel López Perito, ministro sin cartera del actual gobierno, destaca por su pasado comprometido con la violencia, participe de varios actos terroristas.
En otros tiempos, el mismo diario ABC color que ahora constituye su aliado, presentó a López Perito y otros de su grupo como peligrosos terroristas, con sus fotografías en la tapa.
Con nombres e guerra "c. Lino" y "c. Tencho", tuvo a su cargo la misión de formar el "Frente de Barrios", que debía ser integrado por seminaristas y miembros jóvenes de la PASTORAL JUVENIL.
Debió participar del asalto planeado contra el Banco Holandés Unido. Realizó relevamiento en el colegio "Cristo Rey", con el objeto de planificar el robo del sueldo del personal docente, para fondos de su grupo terrorista.
Apresado por la policía, delató a la mayoría de sus compañeros que fueron enviados a las cámaras de tortura gracias a su testimonio.
La incipiente ola de violencia política desatada por antiguos aliados políticos del obispo libertino y polígamo que escandalizó al mundo, siguen despertando el temor y repulsa de la ciudadanía paraguaya, al tiempo que crecen las sospechas que por cierto, están alimentadas por la misma confesión previa de quienes se jactaban de haber sido guerrilleros.
Es que como dijera Antonio Porchia, la confesión de uno humilla a todos. LAW
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